Las aplicaciones de inteligencia artificial están progresando rápidamente: son capaces de desarrollar lenguaje, ofrecer reconocimiento de imágenes, transformar sonidos en puntos de datos y automatizar tareas simples y complejas con una rapidez inigualable, entre otras habilidades. Por ello, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta más para enfrentar el gran desafío de bajar las emisiones globales, y así desacelerar el calentamiento climático.

Esta tecnología es una prioridad en las inversiones del sector privado. En la última encuesta de KPMG sobre Perspectivas de CEOs, que reúne los puntos de vista de más de 1.300 líderes de grandes empresas, el 64% indicó que invertirían en inteligencia artificial independientemente de las condiciones económicas. Esto se debe al reconocimiento de que la inteligencia artificial logra agregar valor a todos los aspectos de un negocio.

El sector energético puede beneficiarse especialmente de las innovaciones de esta tecnología, con la consecuencia que esto traería en potencialmente influir la reducción de emisiones a nivel global. Ejemplos de cómo la inteligencia artificial se vincula con la producción y el uso de energía incluyen modelar la producción de fuentes renovables para suministrar a la red en el momento óptimo, identificar medidas de eficiencia energética para disminuir la demanda o acelerar el procesamiento de vastos datos de medidores inteligentes. Con respecto a este último, sin la inteligencia artificial los operadores serían capaces de procesar solo una fracción de la información disponible en medidores y podrían perder los beneficios para la toma de decisiones que ofrece la tecnología. Otro de los importantes beneficios para el sector energético es la habilidad que tiene la inteligencia artificial para predecir y monitorear fallas a los sistemas y su consecuente mantenimiento y operación eficiente.

La utilización de la inteligencia artificial para reducir emisiones también es una prioridad para algunos gobiernos. El año pasado el Reino Unido, con interés en posicionarse como líder en inteligencia artificial y descarbonización, lanzó un fondo de inversión de casi 4 millones de libras destinados a financiar proyectos de inteligencia artificial para acelerar la descarbonización industrial y mejorar la eficiencia energética en el país. También estableció un Centro Virtual de Excelencia en Innovación sobre Inteligencia Artificial para la Descarbonización (ADViCE, por sus siglas en ingles), nucleando a representantes del sector industrial, universidades y expertos para promover la investigación en estos temas.

Sin embargo, también es necesario reconocer los riesgos asociados con la adopción de estas tecnologías. En la encuesta anual de KPMG, los CEOs indicaron a la ciberseguridad como una de sus mayores preocupaciones. Otros riesgos incluyen posibles errores en los códigos de datos o la disponibilidad de trabajadores con las habilidades necesarias en el mercado laboral. En términos de emisiones, la inteligencia artificial puede ser en sí misma una gran fuente de aumento. Microsoft anunció recientemente que sus emisiones crecieron un 30% desde 2020 debido a la expansión de data centers. Por eso, la inteligencia artificial debe enfocarse también en identificar iniciativas que innoven sobre la reducción de sus propias emisiones.

El potencial de la inteligencia artificial es vasto, y aprovechar los beneficios que ofrece para combatir el cambio climático dependerá en gran medida de como los usuarios utilicen las oportunidades que ofrece la tecnología, de los incentivos al sector privado para fomentar la innovación y del rol de los gobiernos en adoptar mecanismos de colaboración internacional y controles para el sector.

Autora: Lic. Nadia Montoto. Directora asociada, Descarbonización , de KPMG Global